domingo, 30 de agosto de 2009

PASTORA IMPERIO

(Del libro "De Madrid al Cuplé)

Rojas Monge, Pastora. Pastora Imperio. Sevilla, Domingo de Ramos de 1.889 - Madrid, 13.IX.1.979. (Biografía abreviada)

Un género tan singular como el cuplé atrajo a artistas de toda España y muchas fueron sevillanas: Amalia Molina virtuosa con las castañuelas, Julita Fons creadora de La Regadera o Pastora Imperio. Esta última que, sin duda, destacó como excelente bailaora, poseía una voz pequeñita pero suficiente para interpretar cuplés y chótis con los que debutó a la temprana edad de 14 años en el salón Japonés de Madrid. Interpretaba con tal gracia “SM el Chótis”, “Luis”, “Viva Madrid” o “El Garrotín” que D. Jacinto Benavente, tras verla actuar exclamó “¡Esta Pastora vale un Imperio!” Y así quedó bautizada.


Pastora fue una mujer carismática, simpatiquísima y muy hermosa pero lo más llamativo, además de su mayestática estampa, fueron sus ojos verdes que inspiraron a más de uno:
-Graciano y Font de Anta le dedicaron: “Porque a Dios le dio la gana en sus divinos antojos he nacido yo gitana sin tener negros los ojos… ”
-Mariano Benlliure esculpió su figura en la escultura “La bailaora”
-Romero de Torres, que la pintó varias veces, la plasmó en el lienzo “La consagración de la Copla”.



Modelo de Romero de Torres

Pastora Imperio que supo engranar el baile con el cuplé y la tonadilla consiguió éxitos tan notables como: “Macarenas”, “Achares”, “Guitarra agarena”, “Pastora ha vuelto” y “La nieta de Carmen”. Considerada la artista más representativa de su época, Pastora, autodidacta y renovadora del baile flamenco, creó su propio estilo.
Su matrimonio con el torero Rafael Gómez El Gallo apenas duró un suspiro.
Se retiró varias veces pero cuando lo hizo definidamente, montó en Madrid el tablao “Gitanillos”.
Afectuosa y muy generosa, la genial bailaora disfrutó de un retiro feliz rodeada del cariño de su familia, falleciendo en Madrid a los 90 años en su domicilio de la calle O’Donnell el 14 de septiembre de 1979.

Genio y figura



viernes, 28 de agosto de 2009

LA FORNARINA

LA SINVENTURA

Quizás, la mejor definición de La Fornarina, sea la que nos brindó el escritor Antonio Zozaya:
ESTA MUJER SIGNIFICA, EL PUEBLO ASPIRANDO A MÁS ALTO ESPACIO ESTÉTICO

“En la madrileña calle de Areneros, actualmente llamada del Marqués de Urquijo, vino a nacer Consuelo Vello Cano, el 28 de Mayo de 1.884. Su padre, Laureano Vello Álvarez, un modesto guardia civil procedente de la villa orensana de Destri y su madre, Benita Cano Rodríguez, lavandera y paisana de la Cervantina Dulcinea.
Desde muy chica, Consuelo acompañaba a su madre al río Manzanares, donde ésta relimpiaba otras ropas (además de las suyas) para ayudar a la economía familiar. ¡Cuantos fríos pasaron ambas al sumergir una y otra vez sus delicadas manos en las heladas aguas del aprendiz de río...!
Por aquel entonces y tras una jornada entera lavando, ganaba Consuelo dos pesetas. La dureza del trabajo y el exiguo salario, la decidieron, seguramente, a tomar otro rumbo…”

Así da comienzo en mi libro "De Madrid al cuplé, una crónica cantada" la biografía que escribí sobre esta delicada y pícara cupletista por la que siempre he sentido especial ternura y predilección y que alcanzó, en su corta vida, enorme éxito y el cariño del público. Años más tarde de su fallecimiento, ocurrido a los 31 años, mi padre El Cipri le dedicó un cuplé titulado “La Sinventura” que en su primera parte dice así:

“Si bajas a la feria de San Isidro
acércate al recinto de los silencios
donde bajo amapolas y azules lirios
duerme La Fornarina su sueño eterno
Puede ser que su lindo polichinela
Al que ella cantando dio movimiento
vele fiel su descanso, cual centinela,
mientras penden sus hilos del firmamento”

jueves, 27 de agosto de 2009

EL VIOLÍN DE OLGA


La calidad de su voz y el arte para reinventarse el cuplé desdibujaron, seguramente, una de las peculiaridades de Olga Ramos: su faceta de violinista. Con calificación de sobresaliente y un flamante diploma de Primera Clase otorgado en 1941 por el Real Conservatorio de Música de Madrid, Olga inició su andadura artística como concertista de violín. Reclamada por los mejores cafés concierto de la época, recorrió España y se hizo figura imprescindible. En el Café Universal de Madrid obtuvo éxitos memorables. Por él pasaron grandes entendidos que, arrobados, se deleitaban con su maestría. El maestro Sorozábal llegó a decir: “Esta mujer debiera haberse dedicado sólo al violín”. Muchos años después, un periodista de “Il Corriere de la Sera” diría: “OLGA IL VIOLINO CHI PARLA”.


¡Ay su violín…! De él nunca se desprendió desde que, casi al final de la guerra (no merece mayúscula esta vil palabra) lo adquirió con un dinero que pocos días después no serviría. A poco de tenerlo, volvía Olga del Conservatorio con unos compañeros; uno de ellos se brindó a llevarlo. Cruzaban la calle de Sagasta, un tranvía se acercaba y, de pronto, se abre el estuche y el preciado violín cae sobre las vías. El muchacho raudo lo recoge y todos corren a la acera. El violín no sufrió daño alguno pero, desde entonces y hasta que lo usó por última vez, siempre aseguró el alargado maletín con una liga de goma negra, de aquellas con que las damas sujetaban las medias de seda.
Aquel violín rojizo “francés de escuela italiana”, como decía orgullosamente, fue su fiel compañero hasta que en 1999 (63 años después) lo guardó definitivamente.


Aún recuerdo como lo cuidaba: Una vez firmemente apoyado sobre una mesa, mi madre abría con parsimonia el estuche y retiraba la gamuza de suave tacto con la que la noche anterior lo había arropado. Sus ojos expertos recorrían la superficie, satisfecha de su tersura que no presentaba atisbo de heridas. Entonces, casi sensual, deslizaba sobre la madera, centímetro a centímetro, una muñequilla impregnada de aceite de nuez hasta dejarlo jugoso.
Ahora el violín reposa en el armario de mi dormitorio, rodeado de mantones y plumas recordando, quizás, cada amoroso abrazo de Olga Ramos.

martes, 25 de agosto de 2009

CUARTO ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE OLGA RAMOS


CASI UN SECRETO DE CONFESIÓN

Sólo un breve recuerdo a Olga Ramos antes de que acabe el día en que se cumplen cuatro años de su muerte.
Aquel 25 de Agosto de 2005 llegué a la clínica Montepríncipe. Los médicos nos advirtieron de su gravedad pero no pensamos que fuera a irse de forma tan inmediata. Al entrar en la habitación la encontré muy inmóvil pero estaba visiblemente tensa. Mi madre era creyente y me constaba que no tenía miedo a morir pero no quería dejarme sola. No sé por qué, intuía que a su muerte iba yo a ser víctima de cuantas trampas podía imaginar en su desesperación. ¿Qué podía yo hacer? Me acerqué a la cabecera colocando mi boca muy cerca de su oído y pausadamente empecé a hablar, al tiempo que le acariciaba la mejilla.
-Mamá, yo estaré bien y no debes tener miedo. Has sido una madre excepcional, una abuela fantástica, una gran artista. Todo el mundo te quiere, todo el mundo te admira y papá te espera.
Me quedé en silencio y seguí acariciándole el rostro Comencé a rezar el Padrenuestro y dulcemente noté como se relajaba, dejándose ir.
Mi hijo Alberto, que todo lo había presenciado, desde los pies de la cama me dijo:
-Te estaba esperando.
Desde su muerte no creo que haya habido un solo día en que no la haya recordado, no sólo en mi vida cotidiana, sino en el escenario.
Durante sus últimos 20 años, vivimos juntas en nuestra casa en las afueras de Madrid. Un lugar que siempre le gustó porque aquellas encinas y aquellas jaras le recordaban su infancia allá en Badajoz. Paseaba apoyándose en su bastón (la tercera pata, como lo llamaba) y sólo en los últimos días dejó de hacerlo. La seguían por el jardín, sus perritos a los que tanto quiso. Pasó estos años conviviendo con mis hijos y sus amigos "gente joven, como a mí me gusta".
Aunque la prensa la había olvidado como a tantos otros la gente, aún hoy, sigue recordándola con admiración y cariño.
Cuatro años han pasado desde que el Ayuntamiento de Madrid decidió otorgarle a ella, a Gracita Morales y a Irene Gutiérrez Caba tres glorietas en el distrito de Fuencarral. Espero que no tarden en inaugurarse. Se lo merecen.

domingo, 16 de agosto de 2009

UN AVE FÉNIX LLAMADO OLGA RAMOS

Estando próximo el cuarto aniversario de su partida (25 de agosto de 2.005) inauguro este blog con un recuerdo a mi madre Olga Ramos. Espero que os resulte curioso e interesante.


Este país, inmerso en la exaltación de los mediocres, ha olvidado a los que, por su valía, destacaron. El caso de mi madre no es aislado: Ahí tenemos a Irene Gutiérrez Caba, José Bódalo o Ángel de Andrés, entre otros muchos. Mas volvamos a Olga. Su pérdida me fue especialmente dura ya que, además de ser madre y abuela entregada, era mi maestra con la que tuve oportunidad de compartir escenario durante más de 20 años. Vivíamos juntas y fue el motor de mi casa, incluso cuando ya apenas podía caminar. Era vital y luchadora y afrontaba sus "goteras" con gran espíritu, quitándoles importancia, por eso nos sorprendió más su muerte. En cuanto a la pérdida como artista, ha sido enorme. Olga fue una gran concertista de violín; no olvidemos que el Real Conservatorio de Madrid le otorgó en el año 1.941, el Primer Premio de Música de Cámara; pero al dedicarse al cuplé (que se reinventó) su faceta como violinista quedó desdibujada aunque nunca dejó de pulsar aquel delicado instrumento que era "el descanso" de su voz. Pero bendito sea su desvío al cuplé que en ella encontró su mejor expresión… Seguramente, en estos momentos Olga nos contempla asomada a alguna castiza nubecilla, porque estoy convencida que el 25 de Agosto de 2005 se fue directamente de Madrid al Cielo con su Cipri. Y como no nos oye nadie, voy a relataros una curiosidad que viene a demostrar que, a pesar de que algo parecía querer borrar su huella artística, Olga siempre renacía como el Ave Fénix”

- En 1.939, intervino en la película “Leyenda rota” de Carlos Fernández Cuenca junto a Juan de Orduña y Maruchi Fresno. Un incendio en los estudios de cine Roptence, destruyó todo el material, incluida esta película. No se han encontrado copias, pero mo pierdo al esperanza

-En los 70’ protagonizó en México la película “Pum” basada en la vida de la tiple de opereta Esperanza Iris. Se hizo bajo el auspicio de la Directora de Cinematografía Dª Margarita López Portillo, hermana del entonces presidente de México. Al acabar éste su mandato, las películas realizadas en esa Dirección fueron retiradas y parece que no se pueden exhibir.

- Todos los discos grabados por Olga que ya estaban en formato de CDs
y se vendían estupendamente, fueron descatalogados al ser la discográfica absorbida por una multinacional. Curiosamente, el único disco superviviente “Olga Ramos en vivo” se vende únicamente en el Museo del Disco de Miami, aunque me han asegurado que también se venden en otros países de Ibero América.

- El libro “El penúltimo cuplé” de Antonio D. Olano y publicado en el 96,
nunca se pudo presentar y meses después se liquidó junto a otras biografías de ciclistas y futbolistas por la editorial. Algo que nunca entendieron las vendedoras de El Corte Inglés ya que se vendía como rosquillas.

Pero ese inútil empeño por borrar el testimonio de su arte indudable,
también influyó en su despegue profesional:

- El primer contrato importante (al principio de los 40’) la llevó a la mejor Sala de Tánger, la “Emsala Garden”, pero tuvo que regresar cuando cosechaba un enorme triunfo, al contraer Olga la fiebre de Kalazar, una extraña enfermedad que no se pudo diagnosticar hasta un año después. Aquello le impidió viajar con su orquesta de señoritas a Brasil.

- En los 50’ Olga dejó la “oficinita” segura del Café Universal y debutó en el Circo Price con una orquesta llamada Olga y sus cadetes. Detrás del escenario, convivían los animales y un insecto traidor le transmitió el tifus. Una vez restablecida, volvió al viejo café donde siguió obteniendo grandes éxitos y exiguo salario.

Y para no cansaros, añadiré lo que todos sabemos, después de 31 años en su local
de la calle de la Palma, la especulación acabó con sus sueños de cupletista

Por eso os pido que la cobijéis en vuestra memoria porque mientras la recordemos,
Olga Ramos seguirá entre nosotros…

En lo que respecta a mí, y como final, sólo me queda enviaros a cada uno un beso agradecido y mi compromiso de seguir en la brecha porque el mejor homenaje que puedo hacerle a mi madre esbrindar desde un escenario todo lo que de ella aprendí.

Olga María Ramos